Pero los problemas no terminan ahí, gente que no vive en el arroyo, llega a tirar basura, perros muertos y escombro.
Los vecinos del arroyo recuerdan que ahí solían jugar futbol y a los infantes les parece imposible.
Ahora se ven menos heroinómanos y más niños y niñas.
De hecho, la faena de limpieza tiene una forma muy clara de iniciar, primero empiezan a bajar niños y niñas, toman machetes y azadones y se ponen a limpiar su arroyo, después llegan sus padres, tíos y madres a continuar con la labor.
Pero esta dinámica está llegando al agotamiento, no podemos seguir limpiando y limpiando. Estamos descubriendo que el arroyo se alimenta por fugas de los propios vecinos y es ahí donde tenemos que empezar a trabajar, en un proceso que nos enseñe a cómo vivir mejor en el arroyo.
Ya tuvimos una primera convivencia el pasado miércoles 19 de marzo, donde los niños y sus madres convivieron en juegos, cantos y actividades que representaban lo que esperan de su arroyo.
Tendremos que visitar más gente, motivar a que se reparen las fugas, pedir letreros que digan prohibido tirar basura y escombro, todavía tenemos mucho por hacer, pero sin duda vamos avanzando.
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